Cuando el señor Francisco Javier Fernández Vidal decretó el final del encuentro entre el Lleida y el Atlético Baleares con tres sonoros e intensos pitidos la situación en Son Malferit pasó de gris oscuro a negro opaco sin rastro ni de luz ni de esperanza. La derrota en tierras catalanas iba a suponer el cese definitivo de Horacio Melgarejo en sus actividades como director técnico del primer equipo del club blanquiazul. Tras ocho partidos, el pobre balance final del argentino es de una victoria, dos empates y cinco derrotas, con sólo cinco goles a favor y once en contra.

Las oficinas de Son Malferit y el teléfono privado de Patrick Messow empezaron a echar humo para encontrar un sustituto hasta final de temporada que pudiera reflotar la situación de un equipo que se resquebraja semana a semana y que, a este ritmo, quedará reducido a cenizas y compitiendo en Tercera. Un nombre, Manix, y un apellido, Mandiola. Experiencia en las catacumbas del fútbol español. Un hombre, a priori, perfecto para este reto, ¿no? Puede que quizás todo lo que necesita el Atlético Baleares para asegurar su permanencia no sea un nuevo técnico cada estación del año. Y es que, los más capacitados para sacar esta delicada situación adelante son los propios integrantes de la plantilla que saltan al verde domingo tras domingo.

La situación de bloqueo mental es clara y no hay que haber leído célebres escritos relacionados con la psicología deportiva para percatarse de tal circunstancia. Las prisas son traicioneras, ya lo dice el refrán. El acontecimiento general es el siguiente: el Atlético Baleares no gana jugando bien ni jugando mal, a veces incluso ni siquiera suma un punto. Se cuentan con más de dos manos los partidos en los que el equipo de Son Malferit ejecuta un brillante o digno planteamiento inicial y, al no ver resultados inmediatos, el alma de la escuadra blanquiazul se desvanece y tanto la presión como la precipitación se apodera de los onces tipos que defienden al equipo mallorquín. Suceso que convierte el planteamiento inicial en un juego directo y de imprecisiones, al que el equipo no sabe jugar. Quizás si el jugador balearico se tomara los noventa minutos con más calma vería los resultados reflejados en el electrónico.

Quien sabe, es una posibilidad de muchas. El famoso ‘partido a partido’ rebautizado y reutilizado por Diego Pablo Simeone en el Atleti podría ser un arma eficaz para los nuevos pupilos de Mandiola. Los nuevos podrían ayudar en este aspecto. Que las incorporaciones de invierno estén siendo los MVP de los últimos partidos no puede ser casualidad. Canario, Hugo Díaz y ‘El Flaco’ Allés deberían marcar, junto a Mandiola, el nuevo rumbo a tomar. Se agotan las balas. Manix ya es uno de los últimos cartuchos de esperanza para el proyecto de Ingo Volckmann, que podría ver como su sueño se desvanece por completo a final de temporada. La vuelta de Xisco Hernández también ayudará al equipo a mirar hacia arriba y a intentar no ahogarse por completo en este Grupo III, pero para eso aún quedan unas semanas. Quedan 14 finales. A por ellas, con todo.