Se les hace la boca agua tan solo de pensarlo. Se nos hace la boca agua a nosotros también. Poder ver la tercera victoria en cuatro partidos es un aliciente enorme tanto para jugadores como para la afición. Desde que Valeri Karpin se enfundase el chandal y los bermellones encadenasen quince puntos consecutivos, el Mallorca no ha superado las dos victorias ininterrumpidas. Dato que refleja la dureza de la segunda división española en general y el desastroso hacer del club isleño en particular.
Todo se resume a la inercia. A la confianza que los jugadores tengan tanto en ellos individualmente, como en el conjunto y el cuerpo técnico. Y a la confianza que los aficionados le tengan a sus jugadores. Cuando ganas, todos estos factores se elevan al cuadrado y parece que se dejan atrás los errores y despropositos del pasado. Y a diferencia de lo que pueda parecer, es un hecho totalmente positivo si se le marca fecha de caducidad. Hasta que no se consiga (si se consigue) el objetivo, es primordial que todo fluya en la misma dirección. Se puede extrapolar del fútbol: en el trabajo, en casa, en el colegio… Siempre nos han hablado de la importancia de una inercia positiva para alcanzar nuestras metas. Por algo será.

Ganar al Numancia significaría mucho más que ganar. Significaría colocarse en el borde del descenso si no fuera e irse a Miranda, estando estos prácticamente descendidos pese a su heroico empate ante el Valladolid, con la oportunidad de incluso ganar un mínimo colchón. en el hipotético caso que se diesen ambas victorias bermellonas, asegurarían que el Mallorca, enfermo, aún tiene pulso y que luchará hasta el final. Con el transcurso de los último años, su corazón se va amoldando a ello.
Cuando la brecha era de ocho puntos pocos creyeron. Cuando Sergi cogió las riendas pocos le siguieron. Ahora que está cada vez más cerca del objetivo y que ha conseguido activar a unos (Vallejo y Pleguezuelo) y reactivar a otros (Brandon Thomas), el técnico catalán ha conseguido ganarse –o al menos está en proceso de– la confianza de la grada. Y que los jugadores le acompañen en la inercia que ha marcado.