Concluyó LaLiga como se esperaba, con el Real Madrid campeón, y con los descensos ya anunciados de Sporting, Osasuna y Granada. Barcelona, Atlético y Sevilla acompañarán a los blancos en la Champions; además Villarreal y Real Sociedad jugarán la Europa League mientras que el Athlétic y el Alavés esperan el desenlace de la Copa del Rey para conocer su futuro.

El Madrid se proclamó vencedor de LaLiga tras cinco años de sequía. No sufrió en La Rosaleda porque desde el minuto dos se le habían puesto las cosas de cara gracias a un gol de Cristiano. Por eso hay que felicitar al campeón, porque ha sido el mejor, el más regular, después de 38 duras jornadas en las que los favoritos han pinchado más de lo habitual, dejándose puntos de forma inverosímil en los campos menos complicados a priori. Al final la pelea se redujo a sólo dos contrincantes: Madrid y Barcelona, como siempre, porque el Atlético cedió pronto y el Sevilla se derritió como un azucarillo. El potencial económico de los dos más poderosos continúa dejando su marca y si mantienen o mejoran los ingresos por las competiciones europeas y por las televisiones va a ser imposible descabalgarles de sus poltronas.

Creo que el Real Madrid ha sido un justo vencedor. Desde la primera jornada Zidane ha sabido manejar sus fichas repartiendo minutos entre casi todos sus jugadores, sin ceñirse a un once tipo. La plantilla merengue da prácticamente para poner dos onces totalmente distintos y la calidad no desmerece. Es más, en muchos encuentros la denominada ‘unidad B’ ha jugado mejor y ha dejado mejores sensaciones que los teóricos titulares. La gestión física y psicológica del grupo por parte del técnico ha sido espléndida. Cristiano ha jugado menos minutos que otras temporadas y ha llegado al final de temporada como un avión. También la explosión futbolística de Isco -sobre todo tras la lesión de Bale y el cambio al juego con cuatro centrocampistas- ha ayudado a coordinar y equilibrar más al equipo. Pero no nos olvidemos de Asensio -con un futuro espléndido a pesar de su juventud-, Lucas Vázquez, Nacho o Morata, aunque este último puede salir este verano. En definitiva, un justo y merecido campeón.

Por su parte, el Barcelona cerró un ciclo de la forma más triste posible, siendo eliminado de la Champions de forma contundente por la Juventus y con LaLiga casi perdida desde semanas antes de su conclusión aunque la haya peleado hasta el final. El título de Copa que puede ganar el próximo sábado no mejora la pésima campaña de los culés, cuyo entrenador, Luis Enrique, se marcha muy tocado por el fracaso absoluto de su gestión. Los fichajes no han dado ningún resultado, bueno, sí, excepto Umtiti, el resto ha sido un verdadero desastre. Sobre todo porque en agosto parecía que los culés habían conformado una plantilla más competitiva y comentada que el Madrid. Pero todo salió al revés y Luis Enrique nunca tuvo mando en plaza sobre sus jugadores, a los que cambiaba de posición cuando era menos necesario además de acusar falta de reflejos y conocimiento táctico en muchos encuentros. No supo ver lo que se le venía encima y lo pagó con sus malos resultados. En resumen, mala campaña, pésima planificación, un sinfín de problemas a los largo de todo el año y Messi, en mayo, aún sin renovar. Vamos, un futuro espléndido. Tendrá que vender -seguro que barato- y comprar, muy caro como siempre. Veremos si finalmente Valverde es el técnico y puede enderezar el rumbo de una nave que ahora mismo viaja a la deriva.

Para concluir este análisis de los equipos clasificados haremos mención al Atlético y al Sevilla. Los de Simeone perdieron gas pronto y, a pesar de sus múltiples fichajes y de la calidad que se les presuponía, se despidieron de la pelea por el campeonato con muchas jornadas de antelación y mostrando  más debilidad en defensa de lo habitual. No obstante, el objetivo era la tercera plaza y se hicieron con ella. Finalmente, el Sevilla sorprendió con una primera vuelta espectacular, pletórica de juego y fuerza, con el debutante Sampaoli en el banquillo, pero desde que en febrero comenzaron los rumores del presunto interés de la Selección argentina por el técnico se vinieron abajo. El descalabro no llegó al límite y gracias a tres o cuatro buenos encuentros al final lograron el objetivo de quedar cuartos. Al menos jugarán la previa de la Champions, pero ya no estará, probablemente, el técnico argentino sentado en el banquillo.