Hoy hace justamente un mes los de Sergi Barjuan estaban prácticamente sentenciados, hundidos cogiendo la mano al Mirandés. Fue en Son Moix y ante un Córdoba que iba respirando pero justo por encima del pantano. Eran momentos de desesperación absoluta y solo un cifra explicaba la trágica situación: ocho. Cifra que marcaba la distancia de la salvación. Una salvación en un mes de abril a años luz de cumplirse. Además, el escenario del domingo 23 de abril fue del todo desolador. Un conjunto, el bermellón, que no pudo plantar cara a un modesto Córdoba y que alargaba una sangría de diez jornadas sin conocer la victoria, que se dice pronto.
Pero la tormenta ya no descarga. Cierto es que hay algún que otro nubarrón aunque las calles del Mallorca parecen ir secándose de aguaceros ininterrumpidos. Y es que el Sánchez Pizjuán era el todo o nada cuando, y sin anunciarlo, tres tantos por primera vez en la temporada a domicilio subieron al marcador del lado mallorquinista superando a los locales. Unos goles de un Brandon que volvía a la senda del gol con una pena máxima de lanzador valiente y dos goles de un Moutinho que esa tarde acabó enamorado de sí mismo.
El mallorca podría logar la tercera victoria consecutiva en casa. Si lo hace ante el Numancia, igualaría las tres machadas que consiguió el Mallorca de Oltra en el primer año de la actual etapa en Segunda División
A partir de ese momento, vino la elevación de un gol en el minuto de descuento dando otros tres puntos y cercando la posibilidades de no cumplimiento. Lago cazó el esférico sin empuñar la pierna y con la última bala en la recámara para emerger esperanza verdadera. El cielo azul intentaba separar e imponerse a las nubes. Igualmente, altas presiones volvieron a ocupar el espacio bermellón. Nunca las salidas de excursión fueron exitosas del Mallorca en Segunda División parte II. Y todo se paró. Concretamente dos veces. La primera en la estocada del primer gol tras un penalti pitado que sucedió sin existir. La segunda el gol, también de Raúl de Tomás, en una incursión del Real Valladolid que se metió hasta la cocina, pasó el cuarto de las cacerolas y remató con un Mallorca en despieces que buscaba la réplica del gol. Al final llegó el tanto de Lekic. Pero tarde.
Bajaban las temperaturas y volvía a llegar una vez más el frío. Se podría haber conseguido tres victorias consecutivas, donde las últimas fueron con Miquel Soler. Sin embargo, no todo salía como una tuneladora. Asimismo, llegaría la última partida ante el Almería, otra prueba más de la vuelta eficiente de Brandon Thomas, un Lago Junior de menos a más y tres puntos que se sumaron al jackpot de resultados inmejorables de los rivales directos. Todo esto vuelve a aglutinar una luz que está allí, entre las nubes. Solo queda pensar en una cosa: el partido del Numancia será un Elche y el del Mirandés, esperemos, que no sea un Valladolid.