La vida sigue tras despedir un 2016 por el que el Mallorca ha pasado con más pena que gloria. El 2017, por su parte, arranca con buenas noticias, aunque éstas no vengan cargadas de optimismo.
El cambio de año suele invitar a definir nuevas metas y objetivos, a renovar ilusiones, a corregir errores o, simplemente, a poner el contador a cero. La única evidencia es que cambiar de año no supone nada más que pasar de un día a otro: es decir, hoy es miércoles y mañana es jueves… tanto si cambiamos semana, de mes o de año. Raros son los casos que hayan supuesto un cambio radical, así, como por arte de magia. Todo cambio implica fuerza de voluntad, esfuerzo y sacrificio. Por muy mágicas que sean las primeras noches del año, incluida la de Reyes, pocas cosas cambian si no existe una motivación y una planificación… es decir un ‘qué’ y un ‘cómo’. Y en esas debería andar la planta noble y la dirección deportiva del conjunto mallorquinista. Qué pretenden y cómo piensan conseguirlo. De nada sirve ya improvisar e ir variando el objetivo a medida que el plan se va ejecutando. Eso es sinónimo de fracaso y en el conjunto del Camí dels Reis, por desgracia, han aprendido a convivir con él durante los últimos años.
Curiosamente, el cambio de año en el mundo del fútbol, te brinda la oportunidad de redefinir tu proyecto y enmendar los errores que has venido cometiendo desde la planificación de la temporada, allá por los meses de julio y agosto. El parón navideño, junto con el mercado de invierno, otorgan una última oportunidad para aquellos clubes que en verano no hicieron bien sus deberes. Probablemente, estemos en la estación definitiva, aquella que nos lleve a iniciar un viaje intenso y sin retorno.
Por lo visto hasta ahora, parece ser que el ‘cómo’ de Molango y sus amigos sigue siendo el mismo que el de inicio de temporada: seguir con lo puesto y esperar que los jugadores den el rendimiento esperado.
Lo que no me queda tan claro es el ‘qué’… 2017 dictará sentencia.