En España, el Día de la Constitución es festivo nacional. Se celebra el 6 de diciembre y se conmemora la celebración del referéndum de 1978 en el que el pueblo español aprobó, por amplia mayoría, la actual Constitución, siendo publicada en el Boletín Oficial del Estado el 29 de diciembre del mismo año, entrando en vigor el mismo día de su publicación.
En Mallorca, el Día de la Constitución es festivo nacional. Se celebra el 6 de diciembre y se conmemora, también, la aprobación de Don Javier Olaizola Rodríguez como nuevo entrenador de la primera plantilla del RCD Mallorca, avalado por una amplia mayoría del mallorquinismo, siendo publicado el día 6 de diciembre de 2016 en la página web del Club y presentado en las oficinas de Son Moix el mismo día de su publicación.
Una vez más, se abre una nueva era llena de incógnitas en el club barralet, en la que Olaizola tendrá que volver a trenzar una cuerda que se rompió el pasado domingo ante el Valladolid. Un Valladolid misteriosamente ligado al destino del gallego, en su segunda etapa en el club palmesano. Recordemos que Vázquez llegó al Mallorca después de una derrota ante el equipo pucelano; se salvó de un descenso a Segunda B en el último partido de liga en el Nuezo Zorrilla y ha sido despedido después de caer estrepitosamente en casa ante los vallisoletanos. ¿Caprichos del destino? Quién sabe.
Lo que sí parece claro es que la puesta en escena del gallego en su último partido como entrenador del primer equipo, suponía la antesala de su propio suicidio deportivo. Alinear por primera vez a Lekic de titular, prescindiendo de extremos naturales capaces de poner un balón en la cabeza del serbio, parecía un desafío o una broma de mal gusto dirigida a la parroquia mallorquinista a modo de despedida anticipada… lo que viene siendo un ‘por lo que me queda en el convento, me meo dentro’. Y así fue. Se meó y lo echaron.
Fernando Vázquez Pena culmina, curiosamente, con más pena que gloria su segunda etapa al frente del Real Mallorca, envenenado por su propio discurso y alejado de la realidad. Me quedo con la sensación de que en ningún momento comprendió la situación que está atravesando este centenario club, adoptando una postura equivocada desde el primer instante. Un discurso, el del ascenso, que el propio Maheta Molango se había encargado de enterrar a su llegada a la isla. A cambio, prometía trabajo y competitividad, guante que Vázquez no supo recoger, aislándose del entorno y asumiendo un reto que nadie, públicamente, le había confiado. Quizá por ahí empezó a gestar su propio fracaso. Con él se marcha su segundo entrenador, Óscar Bruzón Barreras, una auténtica incógnita para el mallorquinismo. Se va, como vino, sin hacer ruido y con un corto bagaje en el banquillo palmesano. Apenas dos meses en un cargo que estuvo huérfano, en mi opinión, demasiado tiempo.
Tiempo, el de Fernando Vázquez, que se agotó para dar entrada a Javier Olaizola, todo un icono de la afición bermellona. La apuesta por el nuevo míster puede parecer arriesgada e incluso improvisada, detractores no le faltan, y todavía quedan muchas incógnitas por despejar en cuanto a la calidad de una plantilla que, por ahora, se ha visto beneficiada por las dudas que el entrenador gallego generó en el entorno, con sus continuos cambios de sistema y extrañas rotaciones de jugadores que no han permitido apreciar todo su potencial. Quiero pensar que Javier Olaizola, acreedor como futbolista de un juego exento de florituras y gilipolleces (disculpen la expresión), será capaz de imprimir su ADN en la sangre de este grupo, así como de otorgar un estilo propio a un equipo necesitado de conceptos básicos de fútbol. Apártense, que llega el ‘vasco’.