Como dije en el artículo anterior, en los entornos de algunos equipos comenzaban las dudas por la situación en la que se encontraban. Pues bien, una jornada después está dinámica tan negativa en el Getafe ha conllevado que Juan Eduardo Esnáider sea la primera víctima de La Liga 1,2,3 tras la derrota del pasado domingo en casa frente al Girona por 0-2.
Ésta fue la gota que colmó el vaso para un equipo que se encontraba en situación de alerta, no sólo por los resultados sino también por las sensaciones y por problemas extradeportivos, como anunció el ya ex técnico azulón.
No iba a ser un camino de rosas como algunos auguraban y, de hecho, tan sólo siete jornadas después, en Getafe ya han asimilado lo que es la Segunda División. En una categoría en la que cualquier equipo es capaz de vencer a cualquiera, el Getafe no ha sido capaz de alcanzar la competitividad que se requiere para estar en la parte alta de la clasificación. Tan sólo una victoria en siete partidos es lo que ha conseguido Esnáider al frente del equipo azulón en este inicio de temporada, situándose penúltimos con seis puntos, muy lejos de la parte alta de la tabla, que la comanda el Levante con dieciséis puntos.

Además, no es sólo la falta de victorias lo que preocupaba en el seno azulón, sino también que el equipo no competía bien y apenas daba muestras de ser superior a ningún rival. De hecho, de lo que llevamos de campaña tan sólo se salva la segunda parte frente al Real Oviedo en la que los azulones remontaron un 0-1 en contra desplegando un buen juego y demostrando corazón y hambre. Hambre que, por otro lado, les ha faltado en casi todos los encuentros, por no decir todos, ya que los rivales comenzaban siempre con una marcha más, lo que ha conllevado que los de Esnáider se pusieran por debajo en el marcador en cinco de los siete encuentros jugados hasta la fecha.
Si ya es complicado remontar un encuentro en una categoría tan aguerrida e igualada como la Segunda División española, se antojaba más complicado para un equipo que no mostraba una idea clara de juego. El equipo ha ido de más a menos, llegando a parecer un equipo sin alma y que no sabía lo que debía hacer en cada momento. Esto se reflejaba en el campo, donde el equipo no sabía en qué zonas quería presionar, dejaba muchos espacios entre líneas y facilitaba el desempeño ofensivo rival, algunos jugadores salían de su zona a realizar pressing alto mientras otros esperaban replegados, desconocía qué tenía que hacer con el balón, no circulaban la pelota con fluidez, no se hacía dueño del partido, no manejaba los tiempos ni imponía el ritmo de partido, etc. Es decir, lo que parecen datos sin más son, sin embargo, la pura realidad del fútbol, ya que son los aspectos dominadores de lo que sucede en el terreno de juego y lo que marca la diferencia entre los equipos.
A la clara falta de un modelo de juego se une que los jugadores tampoco parecían ponerle mucho interés. Es por ello que el ex técnico azulón ha hecho todo tipo de pruebas para encontrar una solución que les lanzara hacia el objetivo, pero no consiguió lograrlo. Los Pacheco, Gorosito, Kike Sola, etc., aún no han demostrado ni argumentado los motivos por lo que se les fichó y esto unido a que en el vestuario las aguas no estaban muy calmadas han hecho que Ángel Torres tomará una delicada solución.
Digo delicada, más que complicada, porque el presidente siempre se ha caracterizado por la paciencia y la confianza en los entrenadores que firmaba. Siempre ha tratado de exprimir al máximo las opciones para no tener que cesar a los técnicos que comandan sus proyectos. Sin embargo, en esta ocasión la situación era límite. Juan Eduardo Esnáider no ha conseguido hacerse con las riendas de un vestuario que estaba prácticamente roto y el presidente ha considerado que, si realmente el club quería regresar este año a la máxima categoría, la dinámica del equipo debería tomar un rumbo totalmente diferente.
Para ello se ha contratado a Pepe Bordalás, el técnico que alcanzó la temporada pasada el éxito en el Alavés y que, por cosas incomprensibles del fútbol, no ha sido renovado para entrenar al equipo en Primera. Pues bien, como decía, Pepe Bordalás será el técnico encargado de instaurar la inercia positiva en el equipo del Coliseum Alfonso Pérez. Un técnico de amplio bagaje, de dilatada experiencia en la categoría con resultados realmente buenos, incluso algunos excepcionales, llega a Getafe para devolverle donde se merece y donde merecen y desean sus aficionados, tratados de manera muy injusta por la prensa.

El técnico llega con la idea clara de conseguir lo que ha hecho en sus anteriores equipos: hacer que el Getafe sea un conjunto «supercompetitivo» y solvente en la parcela defensiva. De momento tiene mucho trabajo con un equipo que es el segundo más goleado y el tercero menos goleador de la categoría. A base de trabajo, dedicación y, sobre todo, disciplina Pepe Bordalás tratará de imponer un modelo de trabajo que, hasta la fecha, siempre le ha dado grandes frutos.
Esto comienza de nuevo en el conjunto azulón y parece que la afición ha cogido un poco de aire, aunque ya no queda mucha paciencia. Se necesitan resultados y que el equipo sepa competir bien. De momento, ayer en su primer entrenamiento ya comenzó a meter tres pinceladas de lo que quiere que sea este Getafe: velocidad de juego, circulación de balón de banda a banda y pressing tras pérdida. Veremos los efectos… De momento, el Tenerife espera ya el domingo.