Espanto. Llovió en el
Carlos Belmonte y los chaparrones se han trasladado simultáneamente
a Son Bibiloni: descargan de lo lindo, y con razón porque la representación que
realizó el conjunto mallorquín rozó, por no asegurar que tocó, la agonía
completa donde perfectamente el Albacete hubiese enmarcado el 2-0 con un gol
que ahora mismo estarían viendo medio mundo que sigue este deporte. Lo
contemplarían, en este caso, con la sensación de que el choque, el despiste, el
desacuerdo entre dos compañeros del mismo equipo es el reflejo actual de este
equipo. Y es verdad. Basta estar acostumbrado a vivir este juego con pelota
redonda y dos conjuntos para saber que en esa misma acción un equipo pedía la
hora y el otro, con muy poco, quería enmarcar un encuentro que desde el 27 de
noviembre del pasado año no dejaba su portería a cero en casa.
Carlos Belmonte y los chaparrones se han trasladado simultáneamente
a Son Bibiloni: descargan de lo lindo, y con razón porque la representación que
realizó el conjunto mallorquín rozó, por no asegurar que tocó, la agonía
completa donde perfectamente el Albacete hubiese enmarcado el 2-0 con un gol
que ahora mismo estarían viendo medio mundo que sigue este deporte. Lo
contemplarían, en este caso, con la sensación de que el choque, el despiste, el
desacuerdo entre dos compañeros del mismo equipo es el reflejo actual de este
equipo. Y es verdad. Basta estar acostumbrado a vivir este juego con pelota
redonda y dos conjuntos para saber que en esa misma acción un equipo pedía la
hora y el otro, con muy poco, quería enmarcar un encuentro que desde el 27 de
noviembre del pasado año no dejaba su portería a cero en casa.
¿Qué pretenden? La realidad ahora mismo de la plantilla del Real Mallorca
refleja la inconsciencia de prácticamente todo el plantel. Sería obligado, ya
que las banderas rojas ondean la institución, derramar un cubo de agua
congelada a una tropa dormilona y que, parece increíble, están jugando con una
institución centenaria. El mallorquinismo ve con una desesperación de caballo
que el timón del barco rojo y negro lo están llevando auténticos pirómanos. El
Real Mallorca está cogiendo el camino equivocado, van a descarrilar y alguien
les tiene que parar, porque ahora sí el problema no es ni de presidentes
ausentes, ni de viajes al otro charco, ni de entrenadores erráticos: el foco
tiene que iluminar a los 29 futbolistas bermellones. Y parecen esperar que les
caiga del cielo una permanencia. Trabajo señores.
refleja la inconsciencia de prácticamente todo el plantel. Sería obligado, ya
que las banderas rojas ondean la institución, derramar un cubo de agua
congelada a una tropa dormilona y que, parece increíble, están jugando con una
institución centenaria. El mallorquinismo ve con una desesperación de caballo
que el timón del barco rojo y negro lo están llevando auténticos pirómanos. El
Real Mallorca está cogiendo el camino equivocado, van a descarrilar y alguien
les tiene que parar, porque ahora sí el problema no es ni de presidentes
ausentes, ni de viajes al otro charco, ni de entrenadores erráticos: el foco
tiene que iluminar a los 29 futbolistas bermellones. Y parecen esperar que les
caiga del cielo una permanencia. Trabajo señores.
Fernando Vázquez de piedra. Albert Ferrer
Llopis empezó una temporada cargando una cruz en forma de
lema y no llegó ni a la mitad de recorrido del camino, y sin la corona de
espinas. Fue uno de sus discípulos, en un claro error, quien recogió la cruz
pero el pasado y la inexperiencia en situaciones críticas le pasaron una mala
jugada. Entonces, la cruz pasó a ser de un nuevo dueño, se convirtió en
propiedad americana y, como a lo Mel Gibson, se vendió una superproducción
hollywoodiana. Esto último no quiere decir que los nuevos integrantes sean mal asesores,
sino por pura desinformación absoluta de lo que atesorarían en su manos. Un
club, el Real Mallorca, que ha sufrido la gestión
amateur y hasta la analfabeta. Por tanto, el mareo de todo
ser allegado al mallorquinismo es patente y los que tienen que meter la pelota
dentro de la portería no pueden tener bajones de azúcar día sí y día también.
Además de que, y esto es insólito, el club ha vivido tres temporada en una.
Tres veces partiendo desde la casilla de salida. Y después algunos se extrañan
del actual paradero. No hay otra máxima ahora que no sea actuar. Y esta vez de
verdad.
Llopis empezó una temporada cargando una cruz en forma de
lema y no llegó ni a la mitad de recorrido del camino, y sin la corona de
espinas. Fue uno de sus discípulos, en un claro error, quien recogió la cruz
pero el pasado y la inexperiencia en situaciones críticas le pasaron una mala
jugada. Entonces, la cruz pasó a ser de un nuevo dueño, se convirtió en
propiedad americana y, como a lo Mel Gibson, se vendió una superproducción
hollywoodiana. Esto último no quiere decir que los nuevos integrantes sean mal asesores,
sino por pura desinformación absoluta de lo que atesorarían en su manos. Un
club, el Real Mallorca, que ha sufrido la gestión
amateur y hasta la analfabeta. Por tanto, el mareo de todo
ser allegado al mallorquinismo es patente y los que tienen que meter la pelota
dentro de la portería no pueden tener bajones de azúcar día sí y día también.
Además de que, y esto es insólito, el club ha vivido tres temporada en una.
Tres veces partiendo desde la casilla de salida. Y después algunos se extrañan
del actual paradero. No hay otra máxima ahora que no sea actuar. Y esta vez de
verdad.
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