El conjunto mallorquín, en una de sus ejores versiones de la era Vázquez rompe su mejor racha de la temporada. El colegiado del encuento fue detonante para decantar la balanza a favor del conjunto maño. El Mallorca se va de Zaragoza con un lastre de bajas importantes.
Un fascículo más para la
colección. La colección de un Mallorca ya caracterizado en vivir cada jornada
un guión totalmente repleto de momentos que transportan desde la
inverosimilitud  hasta la claridad
absoluta. Esta vez el escenario fue La Romareda y el planteamiento de los
rojillos, con un once solo corregido por dos nuevos flancos –Pereira y Aarana- del
que salió de Son Moix arrebatando los tres puntos al líder, fue seguir con las
pautas establecidas de Vázquez: hacer las cosas lo más fácil posibles, buscando
la efectividad como piedra angular. Pero el encuentro se decidiría, como enseña
cada vez más esta categoría, con las acciones sin el balón de por medio, es
decir, la lucha de quien concede más que no el que se lleva la calificación más
alta acertando. Además, los dos tantos del Zaragoza dejaron magulladuras para
los mallorquines. En el primer tanto Yuste, que volvió a colocarse de central
mejorando las prestaciones con balón en defensa, tuvo que abandonar lesionado y
en el segundo el capitán bermellón, Lucas Aveldaño, se fue atónito expulsado
después de una falta que conllevaría el gol por un colegiado que en ese mismo
instante acabó sobrepasado pagando el pato con tarjetas hacia el lado visitante
echando al entrenador de porteros, Miki Garro, y a un Héctor Yuste cojo que
pasaba por allí sin más viendo como el premio fue íntegramente destinado al
Real Zaragoza.
Los de Fernando Vázquez sabían
que era ocasión de oro para seguir allanando el camino hacia la permanencia. Se
encontraba bien posicionado y el míster gallego insistía en corregir la sala de
máquinas, antes integrado con un trivote y ahora con una pareja. Entonces, y
prosiguiendo con las condecoraciones para Vázquez, le volvió a salir redonda la
jugada. Aarana, que no era titular desde el año pasado, marcó un gol postrero
reivindicando que él también pelea y que es pieza importante en el vestuario
quitándose así kilos que llevaba arrastrando en la espalda. Marcó la jugada
Sissoko con un pase largo casi en la línea de fondo para Company que se había
cabalgado todo el costado y, viendo al sevillano solo en la frontal, se la
cedió para armar un disparo que batiría al meta Manu Herrera.
Viento en popa para el Mallorca. El
guión que quería el de Castrofeito: controlar al máximo posible el partido sin
preocuparse de la posesión que se decantaba para el Zaragoza, que vivió durante
los noventa minutos a base de altibajos y arrancadas, capitaneadas por
Lanzarote y Ángel peleados ambos con el rival por tener alguna ocasión potable.
Y en el lado bermellón destacó Adrián Colunga, aunque acabó pesándole el poco
rodaje de minutos, que se hizo dueño y señor del papel lanzador del equipo
colocándose de mediapunta para nutrir balones a Ortuño que, volviendo a la que
fue su casa con recibimiento hostil, evidenció al espectador que los partidos
broncos se gusta a pesar de la falta de claridad en ataque. Pero, cuando
parecía que el partido iría a buen puerto, vendría el empate de los visitantes
a balón parado. Dorca como perro por su casa entró al área solo y remató a
placer. Fue el punto de inflexión del partido.
OTRA DIMENSIÓN
A partir del empate del Real
Zaragoza, el encuentro rotaría 180 grados y cogería el vuelo trepidante donde
el colegiado Pizarro Gómez se guardaría un papel protagonista. Y es que antes
de que el balón se pusiera otra vez a rodar después del primer tanto local,
Yuste tendría que salir del verde por lesión y dar entrada a Kassim. Otro dolor
de cabeza para Vázquez.
No acabaría aquí los males.
Vendría la migraña definitiva cuando en una disputa, el colegiado pitó una
falta en la parte izquierda a pocos metros de la línea de fondo. Pena rigurosa
que el argentino se ganó la tarjeta amarilla pero el capitán insistió al
árbitro y, por sorpresa de todos, le sacó la doble amarilla y la pertinente
expulsión. El Mallorca se quedaba hipotecado. Además, y para más inri, Company
tuvo que salir por Campabadal lesionado y por enésima vez se improvisó una
línea defensiva. Entonces, fue a balón parado y con el barullo latente el
escenario del segundo gol, ayudado por Timon Wellenreuther que no blocó el esférico
y otra vez Dorca empujó en el área pequeña para deshacer la igualada.

El conjunto de Carrreras llegó a
tiempo y giró el marcador. En ese momento, el Mallorca transitaba en shock y
Vázquez removió lo poco que pudo, solo un cambio más, dando entrada a Lago para
buscar desequilibrio. A partir de luchar contra diez los bermellones, no
arrojaron la toalla y pesó más a los locales con superioridad numérica el tramo
final que para los mallorquines que palpitaban una ocasión la clara para
enmudecer La Romareda. Y llegó en el último exhalo de la mano de Aarana
cabeceando a bocajarro un centro chut de Colunga pero el balón se fue y ya no
volvió a pisar área zaragocista. El libro se cerró con un epílogo vertebrado en
una derrota que podría haber sido perfectamente una victoria y que deja bajas
sensibles para un escuadrón que parece ser van siendo conscientes que pueden
ser por fin soldados. De verdad.