Colorín colorado, esta liga se ha acabado. Y el CD San Francisco supo hacerlo de la mejor manera posible: con victoria fuera de casa y dejando la portería a cero. Mucho ha llovido ya desde el primer partido en Cornellà en el que un joven grupo de futbolistas celebraba su primera victoria en la categoría, también por 0-1 y tras un derroche físico espectacular gracias al fenomenal trabajo realizado por el profe Gabi Tomás, que ha tenido al equipo vivo e intenso, pese a los handicaps de inexperiencia y juventud, durante toda la liga.
El conjunto red ha podido volver a la senda de la victoria, tras haber conseguido la salvación y haber intentado disputar de tú a tú a los tres anteriores rivales, que son los que le han precedido con justicia, por presupuesto, historia y masa social, en la categoría. Tras las tres últimas derrotas ante Real Zaragoza, UE San Andreu y FC Barcelona, los chicos de Carlos Muñoz llegaban al choque ante el CD Ebro con su objetivo «honorífico» a tiro para intentar igualar los 40p que consiguió el equipo del maestro Pep Sansó en la temporada 2009/10 y con la mejor clasificación y puntuación desde entonces 8º clasificados.
Partido sin mucha historia que podría haber acabado en goleada si no hubiera estado acertado el meta local, Jaime, si Navalon, Plomer o Guille hubieran estado algo más finos en metros finales pero que, con el golazo sutil de vaselina del capitán Pau García, siempre al rescate, y tras asistencia de un Alemu al que le sienta muy bien la tierra aragonesa, le sirvió al conjunto mallorquín para conseguir la 10ª victoria de la temporada.
Muy seguro en defensa con un gran Alex bajo palos, otra semana más, la tónica de este equipo le ha llevado a ser el 5º equipo menos goleado del campeonato y le ha permitido, en la segunda vuelta, soñar con acabar en el tren de equipos de la liga real de este competidísimo grupo de la División de Honor juvenil, siendo el único equipo de la liga capaz de secar al campeón, el RCD Espanyol e, impedirle haber anotado gol en todos sus encuentros de liga.
Victoria que celebró por todo lo alto el equipo en el vestuario con alguien que ha sido muy importante para ellos, en los momentos más dulces y en los más amargos, el gran José Picó, que siempre ha transmitido a los jóvenes, la confianza y la actitud necesaria para afrontar cualquier obstáculo del camino y con una dedicatoria especial para un convaleciente Miky Mayans, al que unos problemas de espalda le privaron de poder pasar la última semana de competición al 100% con su equipo de guerreros espartanos dispuestos a morir por sus ideales.
Como les gusta remarcar a los rojos; los trofeos cogen polvo, pero las experiencias vividas por este equipo, quedarán para siempre en sus memorias y les habrán hecho mejores personas. Y con el paso de los años, quizás, a alguno, si consigue tener la suerte, bendita suerte, de seguir con este camino, también mejor futbolista.