Los de Fernando Vázquez prolongan su tercer
partido consecutivo sin ganar y contemplan ya a un punto el descenso. Quedan
siete finales.
  
Sin premio. Aunque fuera un
punto, a estas alturas de la temporada, la existencia de botines va a cuenta
gotas. Fernando Vázquez presentó una defensa que solo se vio frente al Leganés veintiocho
minutos: Kasim al banquillo y Company deslizándose al centro de la defensa para
dejar a Campabadal el lateral diestro. La verdad es que el dilema no es si puede
jugar uno u otro, sino que es una cuestión más allá de individualidades. Pasa por
la cabeza absolutamente de todos los jugadores, sin excepción, que visten el
uniforme rojo y negro y queda reflejado considerables desconexiones en el
cerebro en cada una de sus piernas. El Mallorca, ya como rutina, es un equipo
de tiras y aflojas y la bipolaridad es punto central de dicho problema. Sin
embargo, esta a domicilio coge unas dimensiones importantes haciendo de la
parte negativa de la bipolaridad patente prácticamente todo el encuentro y, en
el otro lado, la parte positiva aparece en tramos reducidos y muy escasos.
El Real Mallorca en el Anxo Carro
fue un claro ejemplo de cómo no se tienen que hacer las cosas cuando quieres
subsistir en una categoría. Los dos primeros tramos de la primera y segunda
parte, el conjunto mallorquín deambuló por el verde y las botas con material de
hormigón hacían llegar tarde en prácticamente todos los mantenimientos de balón
del contrario.  Por otro lado, los locales
dueños y señores del partido vislumbraban una facilidad notable para llegar sin
esfuerzo al campo bermellón. Una de las claves de presentarse con eficacia en
el campo del Mallorca era la comodidad del Lugo en romper las líneas del rival.
Además de que en cada una de las líneas del Mallorca fue patente la existencia
de averías, empezando por el centro del campo mallorquín que no existió y la descolocación
tanto de Damià como de Sissoko fue de matrícula. La defensa sin mordiente no
ayudó a un Timon que sigue pensando más en las paradas que no paró que en las
que se puede parar y Company, ya en el minuto seis, casi le dio su primer dolor
de cabeza al alemán despejando erróneamente un centro que casi entró en la
portería del ex del Schalke. Y sin olvidar la delantera que, cambio tras cambio
en los costados, no se llega a conformar un ataque con dos flancos ahora mismo
interinos y, esta vez, Ortuño no acabó el partido sustituido por un Óscar Díaz
que no ofreció nada nuevo.
Desubicado el Mallorca, Adrián
Colunga sacó de córner para buscar el primer palo pero el balón acabaría en la
otra punta del campo y en la red de Timon. Joselu corrió, marcó y lo celebró
pensando más bien poco su pasado bermellón. El saque de esquina no se cerró en
terminar la jugada y el Lugo cabalgó hacia campo rival viendo por el retrovisor
a todos los jugadores bermellones y por delante tres jugadores mallorquines:
Oriol, Company y Timon, este último salió en falso y sin poder corregir, Joselu
salió del segundo palo para romper la red. Y con resuktado adverso, el Mallorca
quedó tan atolondrado que antes de cerrar el primer tiempo el colegiado pitó un
libre indirecto dentro del área del Lugo donde, mientras protestaban Carlos
Hernández y Dealbert, Ortuño quiso sacar rápido para Aarana pero este no atrapó
el esférico y una buena oportunidad se quedó en un saque de portería.

GOL “IN EXTREMIS”
Siguieron los de Fernando Vázquez
a merced del rival sin que el tiempo de descanso pudiera haber servido para
corregir simplemente algo. Lugo con posesión y el Mallorca veía como le duraba
muy poco el dominio del balón y las ocasiones llegaron contadas, una de las más
claras fue de Colunga que quedó limpio de rival por delante y disparó sin
fortuna a José Juan. No obstante, una de las jugadas que no fue clarividente
acabaría con el primer gol de Damià en competición ayudada con la suerte de
todo un rookie, ya que rebotó el esférico en Carlos Hernández y el guardameta
luguiño quedó congelado. Entonces, tyodo indicaba que la dinámica del Mallorca cambiaría
a mejor pero lejos de alterarse positivamente, el conjunto local fue a más
viendo ilícito un empate final.
Entre que el Lugo presionaba y
encerraba en los últimos minutos al Real Mallorca y que Fernando Vázquez no
sabía cómo  transmitir viviendo el
encuentro desesperado, antes o después podía caer la desigualada. Pero aunque
el Mallorca firmaba con la mejor pluma el empate y lo veía posible ya
residiendo en el descuento, Seoane en una jugada de barullo en el área del
Mallorca silenciaría el griterío con un disparo fuerte y raso. El silencio
residió dentro de los bermellones y la euforia inundó Anxo Carro en un momento
de la competición que es innegociable no darlo todo. El Real Mallorca está
jugando con fuego.