El Mallorca sube por enésima vez a la UVI. “Habrá tiempo”. Estas
fueron los dos últimos vocablos de Fernando Vázquez en rueda de prensa
posterior al descalabro encuentro que realizaron sus pupilos en Palamós. La
frase, simplemente, chirría al ver justamente todo lo contrario. El conjunto
mallorquín está muy enfermo y cuando parece ser que mejora y se le baja a
planta, tiene que volver a subir a los cuidados intensivos. Es imposible
divisar en el terreno de juego alguna traza eficiente de los once que visten el
rojo y el negro. No existe equipo en sí, no hay grupo, solo hay un futbolista,
Lago Junior, que parece ser el único mentalmente consciente de lo que de verdad
se está jugando el Real Mallorca. Pero es totalmente inviable irte a jugar la
categoría solamente con un jugador.
El ridículo es de matrícula de honor. Puedes perder de muchas
maneras. Pero es imperdonable dejarte la  actitud en la isla, porque esta tiene que ser
innegociable. Es lamentable la imagen ofrecida del Mallorca frente a un
Llagostera que sí es consciente de lo que se juega. La irresponsabilidad ha
llegado a cotas inimaginables hace meses impensable. La situación es bastante
preocupante y la reacción, con la recta final de la competición a las puertas,
no ha llegado. Si no despiertan ahora, después será demasiado tarde.
¿Son conscientes los jugadores de la situación actual? Es la máxima
ahora mismo. Intentar meterles en la cabeza, porque no es un problema de
piernas, que el estado del equipo es crítica y ya están llegando tarde en
revertirla. Aun es más difícil cambiar el chip a los jugadores si los propios
capitanes del barco fortalecen un camino artificial del equipo y trazan un
borroso discurso ante los medios. Se puede suponer que el discurso de puertas
hacia dentro es otro. De no ser así, aficionados mallorquinistas: agarraos muy
fuerte porque llegan auténticas y señoras curvas.