Ser
aficionado y, a la vez, profesional, no es fácil.
Hace tres años, me lo dijo y ahora sé perfectamente qué se siente.
Albert Salas Domínguez (Binissalem, Illes Balears, 1981) es una de
las primeras personas que se te vienen a la cabeza cuando relacionas
periodismo y RCD Mallorca. Él, como profesional, ha vivido muchas
experiencias cercanas al club, como aficionado, también. No es fácil
juzgar y criticar a tu equipo, pero cuando uno se dedica ello, es lo
que toca. Hoy nos toca repasar un pellizco de historia con Albert:
desde el ascenso a Primera, hasta el fin de la época dorada del
Mallorca.
aficionado y, a la vez, profesional, no es fácil.
Hace tres años, me lo dijo y ahora sé perfectamente qué se siente.
Albert Salas Domínguez (Binissalem, Illes Balears, 1981) es una de
las primeras personas que se te vienen a la cabeza cuando relacionas
periodismo y RCD Mallorca. Él, como profesional, ha vivido muchas
experiencias cercanas al club, como aficionado, también. No es fácil
juzgar y criticar a tu equipo, pero cuando uno se dedica ello, es lo
que toca. Hoy nos toca repasar un pellizco de historia con Albert:
desde el ascenso a Primera, hasta el fin de la época dorada del
Mallorca.
¿Cuál
es tu peor recuerdo de estos 100 años de historia?
es tu peor recuerdo de estos 100 años de historia?
El peor
recuerdo que tengo es el descenso a Segunda División del 1 de junio
de 2013. Ahí se acabó la etapa dorada del
club. Fue un partido extraño, en el que toda
la afición sabía que el descenso era casi inevitable. La victoria
por 4-2 sobre el Valladolid fue inútil después del triunfo del
Celta sobre el Espanyol. El sonido del descenso fue una especie de
mezcla entre el silencio del aficionado,
tocado por el adiós a Primera, y el ruido de vuvuzela. Todo muy
extraño. Los jugadores también se quedaron petrificados en el
centro del campo. Parecía que esperaban el juicio del respetable, de
unos aficionados ausentes que incluso acabaron animando a una
plantilla que había consumado el descenso.
recuerdo que tengo es el descenso a Segunda División del 1 de junio
de 2013. Ahí se acabó la etapa dorada del
club. Fue un partido extraño, en el que toda
la afición sabía que el descenso era casi inevitable. La victoria
por 4-2 sobre el Valladolid fue inútil después del triunfo del
Celta sobre el Espanyol. El sonido del descenso fue una especie de
mezcla entre el silencio del aficionado,
tocado por el adiós a Primera, y el ruido de vuvuzela. Todo muy
extraño. Los jugadores también se quedaron petrificados en el
centro del campo. Parecía que esperaban el juicio del respetable, de
unos aficionados ausentes que incluso acabaron animando a una
plantilla que había consumado el descenso.
Mi mejor
recuerdo es, sin duda, la derrota del Mallorca
en Vallecas del 29 de junio de 1997. Nunca
jamás una derrota fue tan dulce. La victoria del Rayo sobre el
Mallorca por 2-1 supuso el ascenso del Real Mallorca a la Primera
División después de que los bermellones vencieran por 1-0 en la ida
disputada en el Sitjar. Después de aquel
ascenso vino todo. La derrota en la final de
Copa de Mestalla; la victoria a doble partido en la Supercopa de
España contra el FC Barcelona; la derrota en la final de la Recopa
de Europa contra la Lazio disputada en Birmingham; la participación
en la Champions o el triunfo en la Copa del Rey de Elche. La pared
entre Michael Obiku y Jovan Sankovic fue una autopista hacia la
máxima categoría. Una especie de vía libre
para que el Mallorca soñara y dejara atrás cinco años en Segunda
división. Stankovic hizo lo que mejor sabía:
correr, driblar y asistir. En su etapa como mallorquinista también
hizo grandes goles, pero ese día fue el mejor socio de Carlitos. El
jugador sevillano remató a gol e hizo felices a muchos. Era el 1-1,
y aunque el Mallorca sufrió con el gol del Rayo, la fiesta fue
bermellona.
recuerdo es, sin duda, la derrota del Mallorca
en Vallecas del 29 de junio de 1997. Nunca
jamás una derrota fue tan dulce. La victoria del Rayo sobre el
Mallorca por 2-1 supuso el ascenso del Real Mallorca a la Primera
División después de que los bermellones vencieran por 1-0 en la ida
disputada en el Sitjar. Después de aquel
ascenso vino todo. La derrota en la final de
Copa de Mestalla; la victoria a doble partido en la Supercopa de
España contra el FC Barcelona; la derrota en la final de la Recopa
de Europa contra la Lazio disputada en Birmingham; la participación
en la Champions o el triunfo en la Copa del Rey de Elche. La pared
entre Michael Obiku y Jovan Sankovic fue una autopista hacia la
máxima categoría. Una especie de vía libre
para que el Mallorca soñara y dejara atrás cinco años en Segunda
división. Stankovic hizo lo que mejor sabía:
correr, driblar y asistir. En su etapa como mallorquinista también
hizo grandes goles, pero ese día fue el mejor socio de Carlitos. El
jugador sevillano remató a gol e hizo felices a muchos. Era el 1-1,
y aunque el Mallorca sufrió con el gol del Rayo, la fiesta fue
bermellona.