Justo
en ese instante Ion Vélez hacía una plancha sobre el uruguayo Cristóforo que
fue sancionado con penalti. Iborra no falló la pena máxima y poco más. El
Mirandés tiró de orgullo ante su afición para intentar maquillar el resultado
pero los de Emery tenían todo atado.

Y
es que el Sevilla es mucho Sevilla. De nuevo los andaluces salieron a
sentenciar lo antes posible. El gol supuso una losa infranqueable para los de
Terrazas que cayeron en la desesperación. Todavía quedaban 80 largos minutos y
ante los suyos. Los sevillistas, sobre todo Vitolo, se gustaban en el terreno
de juego y querían más. Juan Muñoz en el 70 colocaba el 0-2 y lo celebraban
como si no hubiera un mañana, bajo mi punto de vista demasiado efusiva la
celebración y más con una eliminatoria de sobra sentenciada, pero estas cosas
pasan. Cerraba la cuenta Coke en el 92.
Le
pusieron ganas y empeño, quizá demasiado, ya que en varias ocasiones se vieron
entradas un poco feas. Aún así el orgullo burgalés evitó una goleada mayor.
Quizá deberían haberse guardado un poco de cara al partido del domingo ante el
Osasuna, ahí si que no habrá excusas y será imperativa la victoria.