Será un partido
recordado en la retina de todos los llosetins i
también de muchos otros que se acercaron a uno de los pueblos des
Raiguer para presenciar el primer derbi liguero de la
historia en la categoría de bronce.
Pero contemplar futbol
bastante poco
. Igualmente, ilusos serían aquellos que no
supieran que el partido de Es Puig el esférico quedaría relegado
a un segundo plano. Y corto puede ser dándole la segunda
posición.

El que sabía, a medias
tintas, que el encuentro sería de poco toque y mucho choque
era el míster baleárico Cristian Ziege. En un primer momento
el alemán ya en el autobús le dijo al chófer, después de unos
cuantos minutos de travesía, porque no se dirigía hacia el
aeropuerto.
Menos mal que justo al lado se encontraba Esteban
para comunicarle que Lloseta estaba en Mallorca. Entonces, una
vez llegado al campo, Ziege palpó el recibimiento no muy
cálido y justo después vislumbró el campo. Se encogió y con
libreta en mano dibujó un esquema que padeció profundamente.
Dejó a un lado su principio del balón como protagonista central
para montar una línea de cinco defensas. Y lo más complicado.
Introducir algo muy latoso como si en un tubo de ensayo fuera.
Los futbolistas alemanes. Malik, Wieman, Thilo y, esta vez
tampoco se salvó, Pliquett. No se sabe a ciencia cierta
y esperaría que no fuera así pero, una de las pruebas es el partido
del pasado domingo, los fichajes del norte tienen que jugar.

Quien vino del norte a Es
Puig no fue otro que el señor barbudo en reno para dar el único
gol del encuentro.
Thiago vestido de duende puso el regalo
dentro de la portería de Pliquett
ayudado por el blanquiazul
Malik, que fue en otro espacio tiempo durante todo el
partido.
Como si con él no fuera la cosa. Que se lo digan a
Francesc Fullana, que no daba abasto en el centro del campo
para hacer su trabajo y además arreglar el de sus dos compañeros
de al lado suyo. El gol por cierto fue, sin duda, celebrado
sin el recuerdo de sus años en el equipo contrario.
Y a medida
que pasaba el tiempo, el histerismo impregnaba sectores de la
grada
donde muchos jugadores en vez de arrojar el nerviosismo
se hacían dueños de este.
Hasta algún señor del cuerpo
técnico local cayó en la torpeza de ponerse al mismo nivel de
individuos que no saben comportarse. En la segunda mitad, el
protagonista fue la interrupción
a causa de acciones que incluso
tuvieron que asistir al lateral del Llosetense Adrián Bibiloni.
Entonces, con el tiempo reglamentario finalizado, el colegiado
añadió once minutos de descuento
por todo el tiempo perdido.
Una vez que salió el cartelón del descuento un movimiento
sísmico se apoderó de Es Puig.

Pitó el árbitro la
conclusión del partido y los locales celebraron desaforadamente
el triunfo
delante de toda su gente. Una emoción que le venía
pequeña en comparación al premio conseguido.
Tres puntos más
para soñar con una permanencia como único objetivo.

Cristian Ziege
entró en rueda de prensa con la palabra regalo como
eslogan
pero la autocrítica quedó aparcada a
kilómetros de Lloseta.
No supo anteponerse en ningún momento
del partido y prefirió refugiarse en el banquillo para que
otros incluso fuera de la zona de juego dieran nulas
instrucciones. Todo lo contrario fue la entrada de Nico
López
delante de los micrófonos, con los brazos en alto y
coreando.
Al fin y al cabo son tres puntos más. Pero para
el míster del Llosetense no lo son. Contagió a los suyos y a
toda la afición su aire de revancha hacia su ex equipo.
No
estaría mal que la difusión fuera la misma cada semana. Así sí
que sería improbable que el Llosetense estuviera en el furgón de
cola.