‘Un golpe de autoridad’, ‘un paso hacia adelante’ o ‘un golpe sobre la
mesa” son frases que empiezan a chirriar en los tímpanos de un mallorquinismo
incrédulo…
Incrédulo porque todavía no sabe si fiarse del discurso y del método de su
entrenador; incrédulo porque los goles de Bianchi no llegan; incrédulo porque ya
no sabe si aplaudir o silbar a Yuste cada vez que envía un balón a la
retaguardia; incrédulo cuando la defensa bermellona intenta jugar el esférico
desde atrás; incrédulo cuando Coro juega de titular o incrédulo cuando recuerda
los ‘fichajes estrella’ del pasado verano llegados desde la mismísima tierra de
Pelé…
Una incredulidad que se acentúa cuando le hablan de giros estrambóticos del
terreno de juego, de gradas supletorias, de supuestas inversiones
multimillonarias o, simplemente, de cambios de colores en su equipación
habitual. Demasiados motivos como para no continuar anclados en la
incredulidad.
En las dos anteriores temporadas el mallorquinismo ha creído, pero el
batacazo ha sido sonado, por lo que, otra vez más, le cuesta volver a creer…
por tanto el balón está en el tejado del club y debe recuperarlo…

Quizás teniendo en cuenta esta máxima se pueda volver a creer: “El respeto
se gana, la honestidad se aprecia, la confianza se adquiere y la lealtad se
devuelve”.
Autor: Carlos Manera