Este miércoles se cumplirá un mes
que el Real Mallorca no consigue los tres puntos. Fue el pasado 25 de octubre
cuando se venció por un gol a cero frente a un Almería que estrenaba
entrenador. Aún es fresco cuando el equipo del Chapi Ferrer se le apodaba como
un equipo británico inmerso en la segunda división española. La llamada
dinámica inglesa de ganar dentro y empatar fuera. Pero se acabó. Fue
especialmente rápido. Igualmente, ya es habitual que en el club mallorquín lo
bueno termine pronto.
Lo que sí tiene que ser de
inmediato, y espero que los responsables en esta materia ya estén tecleando,
mirando o telefoneando, es que en el mercado invernal de fichajes se compre
gol. Única y exclusivamente gol. Da igual que sea alto/bajo, diestro/zurdo,
coordinado/descoordinado. Con que meta gol, sea con el hombro o con la rótula,
el club habrá realizado una mejoría sustancial para un equipo que lleva un
registro goleador irrisorio (9 goles en 14 partidos). Ahora mismo apuestas que
en el siguiente partido el Mallorca golea, y no te quepa  duda, que te jubilas tranquilamente.
El problema más importante del
equipo se ha convertido en un monotema. La frustración de los jugadores (más
aún los delanteros, bueno, que al final las cuentas actualmente te sale solo
uno), el técnico, la directiva y la afición van al unísono. Sin embargo los
focos residen, y así tiene que ser, en los fabricantes, aunque parezca que
estén en huelga, que tienen como claro objetivo hacer goles. En este caso, la
principal figura que tiene que encargarse de tal acción es Rolando Bianchi. El
italiano se come a sí mismo, está desesperado. En el partido del sábado pasado,
que volvió a ser suplente, tuvo el gol en sus piernas. La más clara de todas
fue en los últimos minutos, cuando Damià puso un centro lateral a la olla y
Bianchi, que le quitó el remate a Aveldaño donde este último subió cual Piqué
en el Bernabéu, tenía a bocajarro el tiro a gol y decidió pasársela a Coro que
remató topándose con el meta José Juan. En ese instante el aficionado o el mero
televidente que apreció la acción, debió pensar que si el balón en esa jugada
no acaba en la red, simplemente: apaga y vámonos. Un Bianchi, por cierto, que
vive absolutamente solo su guerra con el gol, ya que es palpable el claro
distanciamiento tanto con el míster como con la de sus compañeros. Atentos al
mercado de invierno.
No obstante, no todo fueron
puntos negativos. Una de las sensaciones fue el debut con la casaca bermellona
de James Anthony Davis, que entró en la segunda mitad y ya en la primera jugada
que tocó el esférico no se lo pensó en disparar a portería. James, colocado en
el costado izquierdo, fue cubierto por Pau Cendrós. El mallorquín volvía a casa
pero nunca llegaría a pensar que en el segundo tiempo tendría que bailar con la
más fea del equipo contrario. Porque fue así. Un debutante  en Son Moix que cabalgó mirando por el
retrovisor al lateral mallorquín del Lugo. En esa banda Cendrós ya le tocó una
vez el rosco de Navidad. Cristiano Ronaldo. Y
que lo intentó parar con una tarascada que todo mallorquinista, y no tan
mallorquinista, recuerda.
Y qué decir de la buena actuación
de Pereira, que se marcó incluyendo un gol el mejor partido de lo que llevamos
de liga, de Yuste y Sissoko, dos fijos para el Chapi donde este último tuvo que
ser sustituido ya que Cendrós “dejó huella” al francés, y la escalada ya
considerable de David Costas. Habrá que cruzar los dedos para que el gallego
esté un año más en la isla.

El Mallorca no hizo mal partido.
Dominó durante gran parte del encuentro y buscó hasta el último minuto el
segundo gol que le diera los tres puntos. Pero esto es la Segunda. En esta
categoría hay que ser más pillo, hay que tener más mala leche. En definitiva,
tienes que estar cada jornada con los cinco, o seis, sentidos puestos. Un ejemplo
es el Deportivo Alavés, que esta jornada disputó durante quince minutos largos,
teniendo el marcador a favor (0-1), con un hombre menos en el Martínez Valero.
Los veías defender, las caras de los albiazules y sabías que se tenía que poner
complicado para que los hombres de Bordalás no se llevaran los tres puntos a
Vitoria. Y sin nada de florituras ni contemplaciones. Balón a la segunda
gradería si hacía falta. El partido menos vistoso de ver pero los resultados
están allí. Terceros con 23 puntos y a tres del líder Osasuna. Ah, por cierto,
el próximo rival de Mallorca es este mismo, y en Mendizorroza. Agarraos porque
vienen curvas. 
Autor: Lluís Hernández