Se
nota y se siente en el ambiente. En Vallecas están más tranquilos que hace unos
pocos meses. Su equipo, el conjunto obrero por excelencia, el plantel del
humilde trabajador de una gran urbe como Madrid, está sembrado de esperanza y de
ilusión. El Rayo Vallecano ha despejado muchos de los fantasmas que le rodeaban
y le amenazaban con una posible desgracia. Sus últimos resultados (a pesar de
la derrota aplastante contra un Real Madrid que no es de su Liga) dan síntomas
de optimismo y convicción.
Paco
Jémez, técnico franjirrojo, se muestra atrevido frente a lo que está por venir.
El preparador canario ve por fin que su impronta se está imponiendo, tanto en
ataque como en defensa, y es consciente que, de seguir en dicha línea,
buscarían finalizar el campeonato entre los diez primeros. Hecho que era
impensable hace un tiempo atrás y que sería todo un éxito después de un año en
el que los aficionados vallecanos no han ganado para disgustos.
En
los últimos encuentros el Rayo Vallecano ha sabido competir, cualidad que
siempre se les exige a los futbolistas profesionales, frente a los rivales que
si son determinantes para la lucha por evitar un descenso a la Liga Adelante,
que por otra parte tal vicisitud sería un revés desproporcionado para una de
las gradas más sufridoras de España.
Precisamente
‘VallekAnfield’ está siendo fundamental. Los cuatro últimos encuentros del Rayo
como local se contabilizan por victorias. La comunión entre equipo y afición es
absoluta, lo que convierte al Campo de Fútbol de Vallecas en un emplazamiento
casi inexpugnable para muchos de los planteles de la Liga BBVA. Esta racha es
la segunda mejor en la historia del club, lejos aún de los 9 triunfos
consecutivos en casa a finales de los años 70.

En
el sureste de Madrid esperan vivir este final de temporada bastante más serenos
que en estos últimos años, en los cuáles la incertidumbre siempre ha sido la
cualidad característica de una plantilla condenada a sufrir continuamente
debido a la inestabilidad, situada unas veces en el terreno de juego, y otras
en los despachos. Si los pronósticos se cumplen, los franjirrojos podrán dormir
apaciblemente en la máxima categoría de nuestro fútbol hasta, como mínimo, el 2015.

Jesús Gualix