En el céntrico barrio palmesano de Bons Aires (que nace en el Parc de Sa Riera y se despliega a los costados de General Riera hasta morir en Avenida Alemania), donde ahora brotan edificios, viviendas y comercios, un día nació el foot-ball balear. Veinte días después de la fundación del Alfonso XIII Foot-ball Club y del Victoria Eugenia, que serviría de equipo reserva, Adolfo Vázquez Humasqué inaguró su gran obra: el primer campo reglamentario de foot-ball de toda las Baleares, homónimo al barrio en el que se situaba. El fundador del club, también ingeniero agrónomo, fue reiteradamente elogiado por su gran trabajo: «El nuevo campo es hermoso y ayer tarde se apreciaron como nunca las excelentes condiciones de que esta dotado. Se han construido 28 palcos y el resto del terreno que rodea el campo de juego ha sido ocupado por sillas que permiten que un publico numerosísimo presencie el espectáculo», rezaba el periódico palmesano La Almudaina, abuelo de Diario de Mallorca e impulsor del deporte rey en ciutat.
Foot-ball era como se conocía aquel extraño deporte inglés, antes de que se instalase por completo en el país y se castellanizase el término.
Aunque las primeras patadas fueron dadas en el velódromo de Tirador a cargo del Veloz Sport Balear, pero acabaron por rechazar ese deporte, de importación inglesa, que prevalecía el correteo sobre el pedaleo. Nada comparable al inicio del Alfonso XIII que, asentado en Bons Aires, comenzó a labrar su legendaria historia. Tras sus reforma de 1920 y 1923, en las que robaron 30 metros de terreno a las fincas colindantes, el terreno llegó a medir 96×64 metros, entrando en la élite de los campos españoles, y se construyó una tribuna preferencial «de cemento armado y asientos cómodos» de unos 80 metros.
Día 25 de marzo de 1916 (¿o no?) se disputó la inaguración extra-oficial del nuevo feudo palmesano. El Alfonso XIII venció 5-0 al Victoria Eugenia y los jugadores alinearon (no tenían entrenador) un revolucionario 2-3-5 con: Ferrá; Parpal, Castañer; Ferrer, Elvira, Llauger; Riera, Ramis, Barbarín, Ferrer y Socías. Ambos conjuntos, no obstante, estaban formados por jugadores pertenecientes al club matriz. La euforia incial sería sofocada por el Barcelona, que sería el invitado al estreno oficial de Bons Aires, en un encuentro difuminado por el paso del tiempo: ¿fue el mismo 25 de marzo o el partido ante Victoria Eugenia fue antes?, ¿acabó 0-5 o 0-8?… Fuese cuando fuese y acabáse como acabáse, los protagonistas fueron: Ferrá; Ballester, Parpal; Calafell, Llauger, Janer; Vidal, Ramis, Ferrer y Llabrés. Acto seguido, el rector de Sant Miquel Pablo Mir llevó acabo la bendición del campo.
El campo primogénito fue pisoteado ininterrumpidamente hasta 1936, con el estallido de la Guerra Civil. Sobrevivió al conflicto y junior de 1939 lo reabrió, devolviendo el goce del foot-ball a Palma. Idílio que continuó hasta 1944, cuando el club adquiere terrenos en Es Fortí con un nuevo estadio en mente, como conmemoración y celebración del flamante ascenso a Segunda división.
“Sa Llotja” pretende, a modo de museo y a través de fotografías, personajes, partidos históricos, portadas de periódicos… exponer la historia del Real Club Deportivo Mallorca. Cada jueves, una nueva entrega: