Siento cierta predilección por los jugadores -y personas- que saben destacar en silencio. Hacen del trabajo sucio un arte y, aún así, tienen el afán de pasar desapercibidos. Les admiro y siempre he intentado parecerme un poco a ellos. Sobre el campo lo conseguí, en mi vida diaria supongo que aún no. No es fácil partirse las muelas en silencio mientras los delanteros (o como quiera que se llamen sus homólogos en la calle) se llevan todas las flores. Entra cierta morriña, algo parecido a la envidia. Pero por alguna extraña razón, tú sigues ahí, empeñado en pasar de costado y puntillas. Esos jugadores, esas personas, son extrañas (en el sentido más cariñoso de la palabra) y de valor incalculable.

Vicente quería uno de esos guerreros. Y devolvió al linaje Pedraza ese bermellón que tan bien le sentó a su padre. Marc significa un eje sobre el que rotar, un apoyo constante para todos sus compañeros. Su presencia física le permite abarcar el campo sin problemas y su sangre fría yendo al suelo le hacen, probablemente, el barrendero más reconocido de la categoría. Sus carencias en circulación, no obstante, las soluciona Damià o Salva Sevilla. Marc es su Sancho Panza, el ideal para todo Don Quijote. Siempre por detrás, con el escudo preparado.

No tan solo cubre retaguardias. También lidera frentes. Su presencia sirve de referencia a los centrales, razón por la que estos se encuentran tan sumamente cómodos sobre el verde. Contar con un apoyo constante siempre facilita el trabajo. Como un buen amigo.

 

Marc Pedraza, imperial en defensa semana tras semana.

Es verdad que conseguí acercarme al juego de Marc, pero mi época de tuercebotas ya pasó. Ahora me falta completar la otra casilla. Por suerte, tengo un ejemplo viviente en casa. Mi padre siempre ha sido un Pedraza. A él no le guste el fútbol pero, aunque probablemente no lo sepa, mi manera de jugar (a parte de que es la que mejor esconde mis carencias técnicas) y de ser son un fiel reflejo suyo. Luchador, cabezota, temperamental en ocasiones y necesariamente frío en otras. Ahora toca me toca extrapolarlo del fútbol. Siento que en esa piel es en la que más a gusto me encuentro. Será por que es la mía, y aún no lo sabia.